Hay fotos como esta de Isabel y su marido, ya fallecieron, que nunca se irán de mi vida porque mantuve una conversación tan intensa que no solo quedó este retrato sino la certeza de que la vida siempre cambia, siempre tiene un propósito y que casi siempre tiene una hora para detenerse por un tiempo, a partir de que el sol se esconde. Luego el mundo es otra cosa.
