No hay remedio. La vida te lleva por donde te tiene que llevar. El matrimonio que nos precede siempre tuvo la premisa de ser férreo y duradero. Y no había ocasión de entrar en dudas mientras el caldero estuviese cocinando con su función de arrebatarles al hambre. Luego llegaría el amor si el tiempo lo había incubado en sus condiciones naturales.